2016-06-27

¿PAREJAS QUIEN LOS UNIÓ?

Por Carlos A Venegas ps.
De espalda a Dios
En la anterior nota donde se habló de la unión ilegítima dada por la mentalidad promiscua y dejando a un lado por ahora, que en su momento hablaré en otra nota ya que indica una condición sexual psicológica y comportamental de la persona. Continúo este ensayo sobre las parejas en unión libre o de hecho y cohabitación. La unión permisiva es sustentada como la había mencionado por la jurisprudencia y por los valores morales universales y por la Gracia de nuestro Creador como me referí en el anterior escrito. Es permisiva por la jurisprudencia porque es tolerada, miremos esta norma que se contempla en Colombia y que no es ajena para la mayoría de naciones del mundo; "El matrimonio y la unión de hecho comparten la característica esencial de ser instituciones creadoras de la institución familiar. Como tales es claro que las dos figuras merecen una misma protección constitucional. Sin embargo, ese idéntico trato no puede aplicarse enteramente a los asuntos relacionados con los derechos patrimoniales que se derivan de las sociedades conyugal y patrimonial. Tanto las condiciones en que surgen las dos sociedades como las pruebas por aportar acerca de su existencia son diferentes y ello puede generar consecuencias distintas en este campo, siempre y cuando, como se ha expresado reiteradamente por esta Corporación, las diferencias sean razonables, es decir, se puedan sustentar con una razón objetiva. Desde múltiples perspectivas el matrimonio se distingue de la unión marital de hecho. La conformación del matrimonio exige una serie de formalidades legales y da lugar, por mandato legal, a un catálogo de derechos y obligaciones correlativos libremente aceptados por las partes contrayentes. Por su parte, la unión marital de hecho se configura por la unión de un hombre y una mujer que, sin formalidad alguna, dan lugar a una comunidad de vida permanente y singular, sin que sea su voluntad asumir los derechos y obligaciones que la ley impone a los cónyuges. Se trata de dos opciones vitales igualmente protegidas por la constitución pero distinguibles en razón de su conformación y efectos jurídicos. En estas condiciones, el trato diferenciado resulta no sólo constitucional sino necesario, pues, una regulación idéntica, equivaldría a desconocer las diferencias existentes entre las dos instituciones e incluso podría implicar anular una de las dos opciones, constitucionalmente protegidas, con que cuentan los ciudadanos para conformar una familia. Sin embargo, y pese a las diferencias anotadas, existe una equivalencia sustancial entre el matrimonio y la unión marital de hecho: las dos instituciones dan origen a una familia y, desde este punto de vista, merecen igual protección constitucional. El razonamiento anterior permite concluir que las normas que establecen un trato diferenciado entre quienes ostentan la condición de cónyuge y de compañero permanente, deben ser respetuosas de la identidad sustancial existente entre las dos instituciones que dan origen a cada una de dichas condiciones. El concepto jurídico de la unión de hecho; Es la relación que existe entre dos personas que sin estar en matrimonio forman una comunidad de vida permanente y singular, sin tener impedimentos legales para contraer matrimonio. Erróneamente se suele confundir la unión marital de hecho con la formación de la sociedad patrimonial, la cual es la posibilidad que tienen los integrantes de una pareja, a partir de la convivencia mantenida por un periodo de al menos dos años, de acceder a un régimen similar al de la sociedad conyugal de ganancias a título universal". Como se puede observar la ley contempla las dos instituciones que dan origen a una familia que merecen igual protección constitucional. 
Veamos las verdades eternas. Así que Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, creó al varón y a la mujer. Y los bendijo diciendo: «Tengan muchos hijos para así poblar el mundo y ejercer control sobre él. El enamoramiento y el don de la sexualidad son bendecidos por Dios cuando se ejercen dentro de los vínculos del casamiento. (La Biblia, Proverbios 5:18-19,) "Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre".
Idoneidad se halle  en su  conciencia
Dentro del concepto jurídico la unión de dos personas mediante determinados ritos o formalidades legales y que es reconocida por la ley como familia se interpreta como matrimonio, es decir entre un hombre y una mujer con la finalidad de constituir una familia. Y no se  le puede dar otra interpretación porque no  la hay; lo que han hecho es ampliar el concepto llevando a deformarlo y por ende violar la ley natural sobre la finalidad de la especie humana, en su pureza y espíritu de procreación. Esa definición ortodoxa ha sido cuestionada, de una parte, porque se ha otorgado reconocimiento a las uniones llamadas de hecho o libres entre un hombre y una mujer con finalidades prácticamente idénticas al matrimonio, pero que adoptan formas y denominaciones distintas (v. infra las sociedades de convivencia). La dualidad del matrimonio es el principio por el que la institución está prevista, en principio, para unir a dos personas y vincularlas para su convivencia y procreación. En la Biblia y en la cultura hebrea encontramos una concepción del matrimonio no muy distinta a otros pueblos vecinos como Babilonia, Egipto, Persia o Asiria. Son culturas en las que la relación hombre y mujer procede de unos arquetipos divinos y unos relatos originarios mitológicos sobre la sexualidad, la fecundidad, el amor o el matrimonio. Así, el matrimonio se tiende a ver en esas culturas como reflejo de la realidad divina. En la ley mosaica prohibió la multiplicidad de esposas en los reyes de Israel (Deut. 17:17). La causa de la infinidad de desgracias en las vidas de los Reyes  David y Salomón; tomaron las creencias y culturas siguiendo el ejemplo de los reyes paganos de sus tiempos de tomar (unirse) muchas esposas, en lugar de obedecer la ley de Dios "Monogamia" . Es importante recordar que el pecado de adulterio no tenía nada que ver con el asunto del divorcio bajo la ley judía. Ese pecado castigado con la muerte (Lev. 20:10, Deut. 22:22), por apedreamiento, Si un esposo encontraba algo indecente en su esposa, podía darle una carta escrita de divorcio, lo que hacía posible que se casara con otro hombre (Deut. 24:2). Un hombre culpado infidelidad era considerado como un criminal sólo cuando había invadido los derechos de otro hombre. A una mujer no se le permitía divorciarse de su marido. El profeta Malaquías enseña que Dios aborrece el divorcio y condena severamente a un hombre cualquiera que obró traicioneramente con la mujer de su pacto y ese pacto, es decir, ponerse de acuerdo para unirse  maritalmente, sexualmente bajo convivencia. (Mal. 2:14.16). Tal fue la actitud del pueblo hebreo en el asunto del divorcio que El Señor Jesús quitó todas las causas del divorcio bajo la ley, e hizo la infidelidad la única causa para el divorcio bajo la dispensación cristiana (Mat. 5:31, 32). Es de observar que desde ese tiempo las parejas se unían poniéndose de acuerdo, dando testimonio ante sus parientes y sellándolo con las relaciones sexuales para legalizar su pacto. Ya que Dios lo había establecido desde el principio de la creación que el hombre y la mujer se unieran (ayuda idónea y no hombre con hombre o mujer con mujer ni un hombre con varias esposas ni ayuntarse con animales) como propósito divino estableciendo una familia. El concepto de idoneidad se halle  en su  conciencia que lo han tenido como válido y no es ajeno a una pareja que no es cristiana ya que su valor es el de una unión natural por lo tanto universal. El no creyente en Cristo que se casa por lo civil hace lo que debe de hacer, es decir cumple con lo que le indica su conciencia. Aunque rechace la bendición de Dios, es por lo menos un estado específico de carácter moral y universal del que surgen obligaciones morales. Por ejemplo el matrimonio civil tiene total validez religiosa cuando no hay posibilidad de encontrar un sacerdote o autoridad espiritual, por haber peligro de muerte o por circunstancias ajenas, como fue el caso en España de los matrimonios contraídos durante la guerra civil en la zona republicana (CIC c. 1116 & 1). Es de aclarar que unirse hombre y mujer, esa unión marital y natural  (sin hallarse el adulterio) está cumpliendo con el propósito de Dios; en el principio de la creación, por lo tanto no se puede ver como un pecado, por el hecho de rechazar la bendición de Dios.  Los esposos inconversos no desean agradar ni obedecer al Señor: “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:7-8).  Dios no condena (como pecado) a ninguna pareja que no esté casada en Cristo ni exige  a que se separen desintegrando un núcleo familiar para agradarle a Él, pues iría en contra de su propósito para con el hombre y la mujer.  La razón de ser de la unión marital está totalmente clara: la ayuda mutua, el gozo y la procreación. Aclaró que la unión libre o  "de hecho" es cuando una pareja vive aparentemente como el modelo del matrimonio.
La diferencia entre la cohabitación y la unión libre o de hecho es que la primera carece de todo compromiso e institucionalidad (maritalmente a prueba), es por un tiempo que muchas veces es menor de un año, mientras que en las segundas hay intención de permanecer viviendo así. Con todo, tanto la cohabitación como la unión libre o de hecho, se caracterizan por su inestabilidad llevándola tarde o temprano a la separación por la  falta de compromiso de permanecer como pareja entre sí, ante la sociedad y frente a los hijos que puedan surgir de la relación. Esta unión los lleva  al  peligro de arriesgar sus vidas emotivas enfermando la afectividad. La idea del casamiento y para toda la vida asusta a los jóvenes, al parecer no se sienten preparados ni seguros de poder cumplir con tal compromiso; por otro lado los cambios que presentan las nuevas generaciones como por ejemplo el inicio de su vida sexual a una edad más temprana, el acceso a los métodos anticonceptivos, la postergación del matrimonio en pos de la superación personal, la independencia de la mujer y su incorporación a la vida laboral, la influencia de los modelos de vida de otras culturas, etc; son elementos que conforman un ambiente más relajado que definitivamente también influye en su vida afectiva. A raíz de estas uniones el panorama de los hogares en el que crecen los niños en Colombia está en declive según el Mapa Mundial de la Familia 2014. Altos porcentajes de hijos que no crecen en ambientes estables, de niños que viven sin ninguno de sus padres y de familias en la pobreza absoluta son algunos de los factores que más preocupación despiertan en el estudio realizado por ocho universidades (Universidad de la Sabana, Myers -JDC- Bookdale Institute de Israel, Universidad Internacional de Catalunya, entre otras) y que recoge información de 49 países. El país, de acuerdo al informe, tiene la tasa más alta de la región de niños que viven sin ninguno de sus dos padres (11%) y el 27% convive únicamente con uno de ellos, cifras que sólo son superadas por algunas naciones del África Subsahariana. Además revela que el 84% de los nacimientos en Colombia corresponden a mujeres no casadas, superando todos los demás países de las siete regiones estudiadas. Se calcula que sólo el 20% de las parejas adultas colombianas están casadas por lo religioso o lo civil. Y lo preocupante al respecto, según el estudio, es el grado de compromiso que se adquiere en dichas relaciones, ya que contraer matrimonio religioso o lo civil, en la mayoría de los casos, implica más responsabilidades y compromisos teniendo un efecto positivo en la crianza de los hijos. Pero esta situación no es única del contexto Colombiano. La razón aún no es clara, pero entre las causas más acogidas está que la cultura, principalmente occidental, valora más lo individual que lo comunitario y ello lleva a que no se quiera pensar en proyectos colectivos y de pareja. Además, la mala situación económica que afrontan varios países genera inestabilidades que hacen que las personas tengan menos interés en contraer vínculos permanentes dado por el desamor que tienen estas generaciones.
Los unió; las relaciones sexuales.
Según las encuestas de Casen en Chile, entre 1990 y 2009, hubo un incremento de nupcias en un 6,5% en cambio la de convivientes se disparó en un 270%. De mantenerse las tendencias de los últimos 19 años, los convivientes sumarán en el 2020, 6 millones 144 mil personas, representando el 53,7% del total de chilenos que estarán compartiendo su vida en pareja. Lo grave de este comportamiento es que hay un alto riesgo de asumir una sexualidad enfermiza. De acuerdo con lo expresado por el director del sitio, Ricardo Viteri, "los hombres están prefiriendo las amigas con ventaja o si es algo más serio, convivir en vez de asumir el  vínculo de esposos. 
¿Qué es lo que se cree? Si eventualmente les va mal en su nueva vida emparejado, sacan cuentas: al casarse y separarse, deben asumir el costo del divorcio y la posibilidad de una compensación económica. En cambio sí conviven y se separan, cada cual toma sus cosas y parte por su lado". Lo triste es que en décadas pasadas la convivencia sin vínculo legal era común especialmente entre la clase trabajadora. "Eran las personas de las clases acomodadas las que cumplían con los ritos de matrimonio civil y posteriormente del religioso por razones más bien sociales y económicas que de convicción, este acto es derivado de situaciones de herencia, lo que vieron y vivieron en su familia.  Lo cierto es que era más común de lo que se piensa". Las costumbres de la  humanidad son cíclicas es decir la historia se repite. Además del incremento del pensamiento feminista y que la mujer posmoderna que busca desarrollarse personal y profesionalmente posterga su maternidad, es uno de los múltiples factores que se deben considerar al analizar la situación de por qué se prefiere convivir. Lo cierto es que “cohabitar en pareja es estar casados, pero quien los unió; las relaciones sexuales; son el detonante para amar o para perdición. Parafraseando.- 1 Corintios 7.  En las relaciones sexuales: En cuanto a las cosas que me escribisteis sobre la promiscuidad sexual, bueno es para el hombre no tener relaciones sexuales. 2 No obstante, por razón de las inmoralidades, que cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.3 Que el marido cumpla su deber para con su mujer, e igualmente la mujer lo cumpla con el marido. 4 La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. 5 No se nieguen de tener relaciones sexuales el uno del otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicase a la oración; vuelvan después a juntarse a fin de que Satanás no los tiente por causa de vuestra falta de dominio propio. ¿O no sabéis que el que se une con una  prostituta, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. 1 Corintios 6:18 Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. Esta es la figura de una violación.
Si le es importante este ensayo lo invito a que lea la ultima parte, la ley sobre el adulterio y sus maldiciones.. ¿Que consecuencias trae la unión libre? 

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