2016-12-13

El caso de Rafael Uribe Noguera violador y abusador sexual de niños; personalidad psicopática o sociopatía

Por: Carlos A Venegas  M ps.
El comportamiento humano es todavía un misterio para la ciencia medica, pero sabemos que existen trastornos que transforman a las personas en verdaderos monstruos. Me ha llamado la atención el caso de Rafael Uribe Noguera como el autor del macabro asesinato de la niña de 7 años de edad, Yuliana Samboní que la secuestró, torturó, violó y asesinó. Desde la distancia lo puedo definir como un trastorno antisocial de la personalidad o personalidad psicopática por los detalles que se conocieron sobre la forma como planeó y ejecutó el macabro crimen. Pero también queda la inquietud que presente el trastorno de personalidad antisocial (TPA), a veces llamado sociopatía, es una patología psiquiátrica. Además en el caso de Uribe Noguera presenta el perfil de un violador y abusador de niños. Aunque no hay un perfil psicológico exacto para determinar a los delincuentes sexuales, porque justamente se caracterizan por su heterogeneidad, sí existen algunos rasgos que podrían identificar los comportamientos y actitudes de estos abusadores. A continuación haré un breve análisis de estos síntomas, como también la patología de este individuo Rafael Uribe Noguera. También transcribo partes de una nota que me parece muy centrada en este caso (enfocándola en el individuo, no el entorno a que se refiere el autor por motivo ético); Uribe Noguera, el Club El Nogal y la sociopatía institucional por Daniel Emilio Mendoza. Hablare primeramente del perfil de un violador de niños, (tema principal referente nuestro blog) caso asociado con secuestró, tortura y asesinato que se le imputa como delito a Rafael Uribe Noguera. 
Los violadores no presentan diferencias sustanciales de personalidad, respecto de otros grupos de delincuentes, según un estudio que fue presentado en el Segundo Simposio Español de Sexología 1985 que se ha celebrado en Barcelona. La investigación fue llevada a cabo en distintas cárceles del país (los violadores, dentro del particular código interno de las cárceles, son considerados por los propios reclusos como la escoria de las prisiones.) y los test fueron contestados indistintamente por recluidos por delitos comunes y por presos condenados por delitos sexuales. Aunque las diferencias entre estos dos grupos no resultan significativas, sí se aprecia entre los violadores una mayor impulsividad y un grado de sadismo más elevado. Sin embargo, los psiquiatras que han realizado el estudio advierten que los violadores son todavía una caja negra. Una de las primeras conclusiones del estudio es que los violadores no padecen habitualmente ninguna enfermedad mental y, por consiguiente, no están exentos de responsabilidad penal. En la mayoría de casos, su personalidad tiene la suficiente capacidad para conocer los hechos que realiza y sus repercusiones, y posee suficiente capacidad para controlar su voluntad, de manera que no está afectada su imputabilidad". Por imputabilidad se entienden los requisitos de madurez psicobiológica que hacen que un individuo puede ser responsable de sus actos. Según expuso el doctor Manuel Riobó en la ponencia presentada al simposio barcelonés, sí se advierte en los violadores rasgos psicopáticos como la búsqueda de nuevas sensaciones para descargar su emotividad, la falta de temor al castigo y una gran impulsividad. En total se ha comparado la personalidad de 22 violadores con la de otros 66 delincuentes comunes y con la de un grupo-control de estudiantes de la Universidad de Barcelona. En el grupo de violadores se ha diferenciado los que única mente están acusados de un delito sexual y los que junto a la violación están procesados por otras causas. A cada uno de estos colectivos se les ha pasado pruebas de susceptibilidad al castigo (los test de Gray y el de Torrubia y Tobeña), así como otras que determinan el grado de interés por la búsqueda de sensaciones (test de Zuckermann). "Estamos viendo en este estudio preliminar", que por lo general los violadores tienen una estructura psicopática de personalidad igual que la mayoría de delincuentes. Por psicópatas no debe entenderse locos, sino personas con comportamientos narcisistas muy primarios o arcaicos, que no han elaborado adecuadamente la instancia ética de la personalidad. Individuos con personalidad muy inmadura, que buscan placeres inmediatos sin prever las consecuencias y con escaso o nulo sentimiento de culpa". El violador no es generalmente un psicótico o un loco, pues no presenta ni trastornos de contenido de pensamiento ni la agitación propia del psicótico, que dificultaría casi siempre los adecuados movimientos coordinados para realizar la acción delictiva, a tenor de los casos estudiados. Sin embargo, puntualmente los peritajes psiquiátricos han descubierto casos de violadores con serios trastornos mentales o con importantes deficiencias mentales. Como advierte el psiquiatra Leopoldo Ortega-Monasterio, "el violador sigue siendo una caja negra, no tiene una tipología estándar; lo que si resulta muy relevante es su gran impulsividad y su alto grado de sadismo, en otros casos se trata de personas con una sexualidad muy conflictiva y con tendencias masoquistas que les hacen buscar el castigo a través de la acción delictiva.  Puntualmente existen algunas situaciones o escenarios concretos que favorecen la liberación de la agresividad sexual, como son los estados de embriaguez y drogadicción.
         ¿Violador en serie ? Por: JET SET Edición 2961/12/2014
El sexólogo Josep Maria Farré explicaba que se puede presentar una violación de! tipo mixto "para afirmar su poder -se trata de una personalidad antisocial, pero con poca asertividad, o sea, escasa capacidad de ascendencia social lo cual explicaría en parte su ansiedad- y para un desquite mediante la ira -perseguir la venganza degradando y humillando a unas mujeres que, en general, no le han expresado exceso de afecto a lo largo de su vida-...". Serían las suyas unas conductas sexuales al servicio de necesidades no sexuales. En conclusión según el estudio revela que sólo en contadas ocasiones padecen alguna enfermedad mental y que, por lo general, tienen una tipología parecida a la mayoría de los delincuentes. De acuerdo con Rodrigo Córdoba, presidente de la Asociación de Psiquiatría de América Latina, lo cierto es que estadísticamente se ha demostrado que tienen baja tolerancia, temperamentos explosivos y una fragilidad emocional que los hace reaccionar de manera agresiva ante incidentes menores. Olga Albornoz, especializada en psiquiatría infantil, manifiesta que estas personas necesitan doblegar a sus víctimas o hacer lo posible para que ellas se sometan a su voluntad; lo que, en no pocos casos, se complementa con una inseguridad extrema, tendencias posesivas y celos exagerados. Córdoba insiste en que también pueden existir otras características más difusas, como hacer que sus víctimas se sientan responsables de los actos, lo que puede estar acompañado de violencia, traducida en humillaciones o ataques físicos. “Por eso no es raro que usen castigos y recompensas para manipular a los agredidos”, afirma. Por otra parte, Albornoz asegura que la mayoría de los victimarios no son ajenos al ambiente de niños y adolescentes y, por el contrario, suelen estar cerca del entorno familiar, escolar o de amistades. Y aquí los dos expertos coinciden en que si bien es cierto que el deseo por los menores y querer tener relaciones sexuales con ellos son actitudes que marcan trastornos psicológicos, hay que mencionar que el abusador es completamente responsable de sus actos, pues en muchos casos usa sus relaciones de confianza con los menores para construir vínculos en los que posteriormente se manifiesta su enfermedad. No es extraño que el abusador confunda y diluya sus sentimientos y la capacidad para detenerse frente a situaciones de ansiedad, temor y angustia de los menores e, incluso, algunas corrientes académicas consideran que disfrutan con dicha agresión. Robert Hare, profesor emérito de la Universidad de Vancouver, considerado uno de los mayores expertos del mundo en este campo, creó una serie de señales que permiten avizorar la presencia de un depredador. Entre estos están:
  • La irresponsabilidad. El consumo de drogas. Un comportamiento impulsivo.
  • Afectos llenos de superficialidad. Baja capacidad de remordimiento. Locuacidad y encanto superficial.
  • Exaltación del valor del yo. Necesidad permanente de estimulación. Tendencia al aburrimiento.
  • Mentiras patológicas. Manipulación de la conducta. Relaciones afectivas de poca duración.
  • Incapacidad de asumir sus propios actos. Conducta sexual promiscua. Estilo de vida parásito y Falta de empatía. Posturas dogmáticas o endurecidas.
A ese listado, Rodrigo Córdoba le agrega que es importante detectar algunos rasgos en adolescentes, con el objeto de iniciar intervenciones de carácter preventivo. Entre estos están: el maltrato animal, las mentiras permanentes, los hurtos, los fracasos académicos consecutivos, la conflictividad, el irrespeto por los límites y acercamientos precoces con alcohol, sexo y drogas. Frente a estas últimas insiste en que es mandatorio ponerle atención a cualquier conducta de riesgo que esta población ejecute bajo el efecto de drogas. Esto podría ser centinela para evitar complicaciones mayores. En lo que sí coinciden los que estudian el tema es en la existencia de un rasgo común a todos los violadores: ese que hace que no busquen placer sexual con su delito, sino la dominación total de una persona indefensa. "El tema que los obsesiona es el poder y no el sexo. Los interrogantes que quedan es: ¿Qué hay detrás de los actos de un violador? ¿Qué hay en su mente? ¿Cuáles son las causas que lo llevan a cometer actos que se cuentan entre los delitos con mayor y más negativa repercusión social? ¿Son recuperables? Referente a este caso la Biblia dice Deuteronomio 22:25-27: “Mas si un hombre hallare en el campo a la joven desposada, y la forzare aquel hombre, acostándose con ella, morirá. En Lucas 17:2 Y Jesús dijo a sus discípulos: "Mejor le sería si se le colgara una piedra de molino al cuello y fuera arrojado al mar, que hacer tropezar (escandalizar) a uno de estos pequeños.

Personalidad psicopática o  sociopatía
En 1904, Emil Kraepelin examinó por primera vez con metodología científica los tipos de personalidades similares al trastorno antisocial de la personalidad, y sirvió de base para la creación de este diagnóstico "sociópatas". Pero estos dos síntomas tienen algo en común; es probable que, si te cruzas con uno, no te des cuenta, ya que normalmente se muestran encantadores y son excelentes mentirosos, sin dejar ver sus pensamientos y emociones (lo que tiene en su corazón). Tiene una alta autoestima y se piensa a sí mismo como alguien grandioso, por encima del resto y no tiene ninguna reserva en pasar por encima de los demás, sin sentir resquemos por sus acciones. Por este motivo ambos términos suelen confundirse y, en algunos casos, van de la mano. Los psicópatas, comparten varios rasgos con los sociópatas, pero el psicópata al tener menor control de impulsos, son mucho más peligrosos. En el caso del psicópata, puede experimentar síntomas de sicosis y perder de cierta manera la conexión con la realidad: son verdaderos predadores en busca de presas, a las que atraen de forma inteligente. El psicópata, disfruta con el sufrimiento ajeno y hace de la crueldad una forma de vida. A diferencia de otros criminales o asesinos, los psicópatas hacen sufrir a sus victimas y matan como forma de combatir el aburrimiento. Si bien son inteligentes, el psicópata puede perder el control y, en su búsqueda de placer mediante el sufrimiento de otros, dejar pistas. Sin dudas, la mente de los psicópatas es muy compleja. Es importante aclarar que, a diferencia de otros trastornos y características psicológicas, no existe un comportamiento único definido en una persona a partir del cual se pueda distinguir de forma inequívoca a un psicópata de una persona normal. Pese a que en sentido legal la existencia de una referencia exacta con la que decir si una persona es psicópata o no puede ser útil o necesaria, no hay evidencia científica para decir quién es psicópata y quién no. Hay varios comportamientos y características que son relativamente comunes entre los psicópatas. Las personas con trastorno psicopático, o psicópatas, suelen estar caracterizadas por tener un marcado comportamiento antisocial, una empatía y remordimientos reducidos, y un carácter desinhibido. Los psicópatas tienden a crear códigos propios de comportamiento, por lo cual sólo sienten culpa al infringir sus propios reglamentos y no los códigos sociales comunes. Sin embargo, estas personas sí tienen conocimiento de los usos sociales, por lo que su comportamiento es adaptativo y pasa inadvertido para la mayoría de las personas. Afín a todo lo antedicho es la personalidad sádico narcisista o de narcisismo maligno; connotación espiritual. Un mito muy extendido es que los psicópatas no pueden o no sienten emociones. Tal como se ha explicado en la definición científica de la psicopatía, no podemos considerar a todos los psicópatas por igual. Hay psicópatas que pueden sentir perfectamente el espectro normal de emociones humanas y hay otros que no. Gracias a la nueva tecnología FMRI, se han realizado recientemente estudios que revelan que los psicópatas que tienen déficits emocionales, los tienen en todas las emociones. La psicopatía existe tanto en el mundo criminal como en el mundo civilizado y muchos psicópatas no tienen ninguna historia de violencia en su pasado. Independientemente de las características que cada uno de los dos anteriores mencione en sus estudios, hay un consenso general acerca de ciertas características evidentes y comunes en los psicópatas, como por ejemplo: Su falta total (o muy elevada) de empatía, culpa o remordimiento. Su tendencia a "cosificar" a las personas u otros seres vivos que le rodean, y su continua violación de los derechos y normas sociales ya sea de un individuo o la sociedad. Algunas de las características que suelen poseer las personalidades psicópatas son el victimismo y la manipulación. según el doctor Hervey Cleckley determinan una serie de características clínicas, descritas en su libro The Mask of Sanity: An Attempt to Clarify Some Issues About the So-Called Psychopathic Personality, que incluyen:
  • Encanto superficial e inteligencia. 
  • Ausencia de delirios u otros signos de pensamiento no racional. 
  • Ausencia de nerviosismo o manifestaciones psiconeuróticas. 
Para el doctor Robert Hare, investigador sobre psicología criminal, los criterios que definen a la personalidad psicopática pueden evaluarse mediante una lista de veinte características denominadas Psychopathy Checklist (PCL). Los síntomas que exhiben los psicópatas son, según Hare:
  • Gran capacidad verbal y un encanto superficial.  Autoestima exagerada. 
  • Constante necesidad de obtener estímulos y tendencia al aburrimiento. Tendencia a mentir de forma patológica. Comportamiento malicioso y manipulador. Carencia de culpa o de cualquier tipo de remordimiento. Afectividad frívola, con una respuesta emocional superficial. 
  • Carencia de empatía. Crueldad e insensibilidad. Estilo de vida parasitario. Falta de control sobre la conducta. 
  • Vida sexual promiscua.  Historial de problemas de conducta desde la niñez. Falta de metas realistas a largo plazo. Actitud impulsiva. 
  • Comportamiento irresponsable. Incapacidad patológica para aceptar responsabilidad sobre sus propios actos. Historial de muchos matrimonios de corta duración. Tendencia hacia la delincuencia juvenil. Revocación de la libertad condicional. Versatilidad para la acción criminal.
No existe evidencia real sobre las posibles causas del trastorno de personalidad antisocial, sin embargo, se cree que factores genéticos y ambientales, como el maltrato infantil o el abuso infantil contribuyen a su desarrollo. En la seducción el psicópata necesita que el otro esté de acuerdo, para lo cual usa la persuasión y el encanto, por lo que es bidireccional; hay un consentimiento por parte de la otra persona, a diferencia de lo que ocurre en las relaciones tangenciales donde el psicópata actúa unidireccionalmente mediante la violencia, que constituye una agresión desde una posición de poder. Aquella bidireccionalidad podría ser debida a que la mayoría de psicópatas son conscientes de las consecuencias judiciales de sus actos. Actualmente se ha desarrollado un escáner que lee la zona del cerebro que contiene nuestras intenciones, antes de realizarlas, y se baraja la posibilidad de usarla en un futuro para descubrir nuevos casos de psicopatías. Este escáner o tomografía por emisión de positrones ( PET en sus siglas en inglés) permite leer la actividad del cerebro ante determinados estímulos.
Referente al "trastorno de personalidad antisocial (TPA)", a veces llamado sociopatía, es una patología psiquiátrica. Las personas que la padecen pierden la noción de la importancia de las normas sociales, como son las leyes y los derechos individuales. Si bien puede ser detectada a partir de los 18 años de edad, se estima que los síntomas y características vienen desarrollándose desde la adolescencia. Antes de los 15 años debe detectarse una sintomatología similar pero no tan acentuada, se trata del trastorno disocial de la personalidad. Es común que se confunda este trastorno con otras patologías parecidas, como podrían ser la conducta criminal, la antisocial o la psicopatía. Pero son trastornos, aunque relacionados, de diferentes características, con otros tratamientos y consecuencias. Se estima que este trastorno es causado por una variedad de factores. Muchos son de índole genético, pero también tiene mucha importancia el entorno de la persona, especialmente el de los familiares directos, en su posterior desarrollo. Los investigadores también consideran que existen factores biológicos que pueden contribuir en su progreso como también puede ser el abuso de estupefacientes. Según estudios este síndrome es también nombrado como huida o evitación, este síndrome es caracterizado por su peculiaridad de aislamiento, pero se manifiesta como una tendencia a evadir o evitar relaciones y/o contacto con las exigencias sociales; esta conducta consta de lo reservado y lo introvertido que puede ser un individuo dentro de la misma sociedad y quienes les rodean. Según los estudios realizados, estos individuos sufren la crítica, el rechazo, o desprecio de la sociedad, por tanto por medio de esa incomodidad utilizan un método de defensa para evitar esas dificultades, precisamente enfrentan problemas para las relaciones interpersonales. Como es descrito en estos estudios de la conducta, estos individuos enfrentan una lucha constante para salir de sí mismos y expandirse a las relaciones sociales. Esta conducta no solamente se caracteriza de una negación total a las relaciones interpersonales de los individuos, sino que por su constante lucha de salir de sí mismos, ellos realmente tienen un deseo de poder lograr dichas relaciones, estas relaciones solo se dan con personas con las que ellos sientan empatía. Esta lucha entre el deseo y el temor ocasionan en estos individuos una frustración hasta sentirse fracasados. Por tanto, esta frustración puede traer consigo el refugio en la fantasía como la introversión. Segun Quintana (1996) parte con la premisa que de acuerdo a Millon hay dos clases principales de evitación, ellas son: la evitación social activa y la evitación social pasiva. La activa se define por el temor de ser rechazado y será alto el índice de evitación, esto es por la desconfianza en sí mismo, o sea un aislamiento forzado por inseguridad; la pasiva es descrita por incapacidades emocionales; por tanto, el mecanismo de defensa de estos individuos es aferrarse a un mundo de fantasías y a su propia fantasía interpersonal. Este trastorno puede agravarse, en algunos casos, especialmente cuando la persona a tratar tiene como hábito el consumo de drogas. Si bien es considerado como un desorden psiquiátrico, no existe cura ni tratamiento para la sociopatía, sólo estar pendientes de sus acciones, evitando el posible daño a los demás. Queda la inquietud como sera el diagnostico de Rafael Uribe Noguera, dependerá de su abogado como lo haga ver o medicina legal y su habilidad para detectar su conducta; rogar a Dios que se haga justicia.

Partes de "Uribe Noguera, el Club El Nogal y la sociopatía instituciona"l. Por: Daniel Emilio Mendoza.
Dictamen de un penalista. No hay nada que defender. La niña murió debido a dos tipos de asfixia, mecánica y por sofocación. Es decir, además de quererla matar, se esforzó en hacerlo. Las cámaras que son hoy en día ese Dios que todo lo ve, apuntan desde el cielo con el dedo: allí estuvo Rafael, en la misma Toyota propiedad de su hermano Francisco en la que encontraron el zapato de la menor. En su apartamento un caldo hirviendo con el ADN del agresor, pelos, babas, una botella de güaro, cigarrillos chupados, además ropa de la víctima en la lavadora. Del cotejo de fluidos, especialmente aquellos hallados en el cuerpo de la menor, provendrá aquella prueba irrefutable de responsabilidad. Habrá de concluirse después de un juicio que no va durar mucho, lo que todos sabemos: este muchachito fresa de la alta sociedad la secuestró, la torturó, la asfixió y después la mató. La niña tenía siete años y él 38. La única motivación que tendría el homicida para confesar, sería ahorrarle el pantallazo al apellido pomposo con el que se presentaba cuando iba a los cocteles de exalumnos del Moderno. Hasta aquí la conclusión del penalista.

Ahora escuchemos al criminólogo. Hablemos de los porqués. ¿Qué llevó a Uribe Noguera a cometer semejante crimen?
Los Uribe y los Noguera dormirían tranquilos si se pudiera probar que fue el perico (cocaína) el que lo enloqueció. Lo que pasa es que no se había metido ni un pase al momento de cometer el crimen. Las primeras líneas se las metió por lo menos una hora después de la muerte de la menor. Después de que su hermano, abogado, miembro de la firma más prestigiosa del país, hubiera mandado a la policía para otro lado cuando llegó a preguntarle por la camioneta que le sonrió a las cámaras en el video, para así ganar el tiempo suficiente que permitiría que él y su hermana Catalina, permanecieran junto a Rafael durante más de tres horas en el apartamento que constituyó la escena del crimen, en la que apareció el cuerpo de la menor lavado y juagado en aceite. A Uribe Noguera alguien le tuvo que haber ayudado. Con la cantidad de coca y güaro que lo pusieron a meter para solventar la locura transitoria que lo iba a exonerar, no pudo haber arreglado él solo de esa forma, ni el cadáver ni el lugar. Además nadie se enrumba con una niña muerta al lado después de que le informan que lo está buscando la policía. ¿Y es que a cualquier mortal se le ocurre ir a comprar tres bolsas de cocaína, para alegar una inimputabilidad transitoria? ¿No habrá que haber sido abogado y haber cogido un código penal algún día, cómo para darle a alguien el consejito?

Rafael Uribe es un sociópata. Por: Daniel Emilio Mendoza. Es decir es alguien que nunca tuvo linderos éticos, ni culturales, ni morales ni de ningún tipo, que regularan su actuar frente a la sociedad. Él mató a la niña estando plenamente consciente de la maldad que conllevaba su actuar. Disfrutando al doblegar el lindero legal que le impone la sociedad. No creo que Rafael Uribe hubiera matado antes a otra niña, este muy probablemente fue el pináculo de su carrera en la perversidad, pero si analizamos su comportamiento y la estructura de su patología, sí podemos suponer a partir de esas visitas frecuentes a zonas de tolerancia expuestas a la prostitución infantil, que no era la primera menor a la que violaba. Su actuar nos dice que pagó antes por sexo con menores. Ahora, ya en el terreno de la hipótesis, nadie puede saber si los hermanos del homicida hubieran terminado involucrados si la policía no los ubica. De lo que sí no hay duda, es que si en ese barrio no hubieran existido las cámaras, que si los policías no le hubieran caído a Francisco, su hermano el abogado, entre los dos hubieran logrado meter el cuerpo de la menor en el baúl del carro y lo habrían enterrado en cualquier potrero; quedando la pequeña reducida a un número más en esas estadísticas tan jartas (aburridas) de leer en los periódicos, Rafael Uribe Noguera habría dejado de comprar menores para violarlas… y las habría empezado a matar. Ese gusto no lo hubiera perdido jamás. Cruzado ese lindero, jamás se hubiera devuelto.
La sociopatía es la maldad de las élites. Por lo general de allí provienen estos individuos. Si observamos su personalidad no nos es difícil extraer el resultado de la ecuación. Los sociópatas son egocéntricos, prepotentes, megalómanos, faltos de responsabilidad, extrovertidos, hedonistas, impulsivos, adictos al control y al poder. Es decir, cualquier mención a un hijo de papi es mera coincidencia. A diferencia del esquizofrénico, no hay ningún factor genético que lo predisponga. Por eso es que de ellos no se puede decir que estén locos, ni mucho menos que estén enfermos. Todo lo contrario, hay que ser muy lúcido para ser sociópata. El sociópata no nace, él siempre se hace. O mejor dicho, lo hacen. Lo fabrica su entorno, la familia, especialmente sus padres, las instituciones como el colegio, la universidad y los amigos. Al monstruo se le ven las patas. Mucho billete, mucho poder, una familia y una serie de instituciones que lo malcriaron al punto que lo convirtieron en lo que llegó a hacer, convirtiéndolo en su propio crimen, caracterizándolo como un desteñido guasón, en el rufián metido en la pantalla, en ese ser que bajaban custodiado de la tanqueta en medio de aquella turba que lo quería linchar. Su padre fue decano en la Universidad Javeriana de la carrera que él estudió: Arquitectura. ¿Se imaginan las licencias que se pueden llegar a permitir al hijo del decano? Después, vienen y lo sientan a presidir la empresa de construcción familiar. Empresa que le construye un edificio en el que tiene su penthouse y en el que por ser el dueño del inmueble, los vecinos nada podían decir cuando hacía sus bacanales. No es chisme la querella que le pusieron cuando un viejito le golpeó la puerta a la madrugada y casi lo levanta a golpes. Es decir, para Uribe Noguera, todo fue al gratín, sin ningún esfuerzo. Le enseñaron que él todo se lo merecía. Que estaba por encima de los derechos de los demás. De forma muy clara, a través de símbolos recurrentes le dijeron que la ley a él no le aplicaba. Entonces ¿podían llegar a significar algo, la ética, la bondad, la generosidad y el amor?
Un sociópata no siente más allá de su propia satisfacción. Ahora, como la idea es poner el dedo en la llaga, abramos un poco más el perímetro y preguntémonos, ¿de dónde nacen esas familias que deforman? ¿No existirá una conducta generalizada por parte de la élite colombiana, que la convierte en paridora de perversos sociópatas? Son los simbolismos sociológicos los que generan la transmutación de valores en el individuo. Me explico. En el caso de Rafael Uribe, por ejemplo, cuando hizo fraude en la universidad con la tesis y lo amparó su padre de la echada, ese acto simbólico seguro que le movió aquel lindero existente entre el bien y el mal, se le fue corriendo el muro de contención en su inconsciente. Cuando lo cogen robando en un club social y también le palanquean la impunidad, se lo siguen moviendo.
Eso, sólo si contamos con lo que rumorean las redes, pero estoy seguro que los padres de Rafael, si viajan en el tiempo, podrán contar con los dedos de las manos las veces que a su hijo le dijeron no. Fue así, desde pequeño, en cada uno de los universos que lo rodeaban, que se formó la personalidad de Uribe Noguera como el ser despiadado e inhumano que hoy en día, sentado en esa celda, debe estar pensando que es una injusticia lo que le está pasando, que la sociedad entera se está portando mal con él. Él no está arrepentido, ténganlo por seguro, el sociópata jamás se arrepiente. Él ahora está pensando que tenía todo el derecho de violar y asesinar a esa pequeña niña caucana. Y querrá escapar. Y como no puede hacerlo, desde aquí lo advierto: hay que estar encima de él señores del INPEC, porque se les suicida, el preferirá matarse que asumir las consecuencias de sus actos. Les va doler, pero es que mis letras no son pomada, ustedes, padres de Rafael, son en gran parte responsables de lo sucedido. A un sociópata no se le corre la teja, son los linderos de la ética y la legalidad los que se corren en él, y ustedes ayudaron durante su vida entera a desplazarlos. Los simbolismos son también institucionales. Estos vienen siendo los más importantes, pues son aquellos los que gestan las bases para que sea la sociedad misma la que fecunde y procree este tipo de personalidades. Una sociedad desigual es la madre de la sociopatía social. La desigualdad genera injusticia y es precisamente esa injusticia de la que surgen los símbolos que a patadas mueven los límites. Para Uribe Noguera quienes no pertenecieran a su círculo social, eran seres despreciables, unos “guisos” (gusanos), él estaba por encima de ellos, ellos eran objetos que estaban diseñados para servirle o para satisfacer sus más elementales deseos, lo que se le pasara por la mente. Así fue como Uribe Noguera vio a Yuliana, como un objeto más, en ese momento, en su mente, la niña no representaba lo que para cualquiera debe representar un ser humano. La deshumanizó y para lograr verla como una cosa o un animal, al punto de llegar a violarla y matarla, el agresor tiene que haber estado expuesto durante toda su vida a simbolismos sociales y culturales que moldeen esa personalidad oscura. Uribe Noguera tuvo que haber vivido de pequeño situaciones en que se le permitió abusar sin consecuencias de gente de escasos recursos. Me lo puedo imaginar entre berrinches pegándole al hijo del cuidandero de la finca, insultando a la empleada de servicio, maltratando al conductor, mientras su papá le dice “Rafita, príncipe bello… eso no se hace” La clase alta colombiana es responsable de la transmisión de simbolismos culturales, que desfiguran la escala de valores de los jóvenes que la componen. La sociópatas no solo son los que cometen crímenes sexuales y homicidios. Cualquier persona que delinca sin sentir sentimientos de culpa, gozando de sus actos, considerando su actuar ilícito como un derecho adquirido, es un sociópata.
He conocido varios políticos y empresarios, que han solventado su carrera a punta de estafas, fraudes, peculados, cohechos y falsedades, y no es que no sepan que están delinquiendo, es que se sienten con derecho de hacerlo. El límite lo tienen corrido. Los símbolos han operado en ellos hasta convertirlos en sociópatas, que puede que no violen ni maten, pero el daño que hacen es devastador. Cuando la justicia, los organismos del estado y en general la estructura social está diseñada para amparar y solventar los intereses de la élite, se desfigura la escala de valores, los símbolos permean el inconsciente colectivo del que tanto habla Carl Jung, ese psiquiatra sollado que tanto le peleó a Freud, y entonces es como si los papás de Uribe Noguera nos estuvieran malcriando a todos.
El Estado se convierte entonces en un factor institucional que hace de los ricos, deidades convencidas de que a ellas no se les aplican ni la constitución ni la ley, monarcas sudacas del siglo 21, gamonales que ven el país como su feudo y a los pobres como sus siervos, desprovistos de cualquier tipo de derecho. Colombia lleva toda su existencia viviéndolo: la institucionalidad estatal al servicio de la promoción sociopática. Y no sólo es el Estado. Las instituciones privadas, las empresas… los clubes sociales, todos pueden obrar como transmisores de esta patología social que vive el país desde que llegaron los españoles a abusar de nuestros pueblos. Los ejemplos son muchos, pero hay uno tan a la mano que no puedo dejarlo en el tintero, por lo claro, lo actual y lo veraz. El Club el Nogal del que cual soy socio, por donde transitan los empresarios más ricos del país, los magistrados y políticos más reconocidos, optó por suspender mi derecho de entrada durante 5 años y acaba de iniciar otro proceso disciplinario en mi contra, por el hecho de haber denunciado en mis artículos, actos de corrupción por parte de algunos miembros de la Junta Directiva del Club y sus negocios con paramilitares neonazis genocidas.
Y ahora espero que empiecen los unos a decir que soy un resentido y que no merezco estar en el Club, y los otros a decir que soy un mamerto (vasallo) comunista, que qué hago en ese Club que tanto me detesta. Y a unos y otros les respondo que estoy luchando, luchando en contra de esos simbolismos con los que quisieron criarme, porque también tuve empleada de servicio, conductor y finca con cuidandero, y por eso sé de lo que hablo y sé del daño que le haría a esta sociedad si me quedara callado, si no diera la lucha por disciplinar a esa Junta Directiva que inicia en mi contra un proceso disciplinario, solamente para transmitir ese mensaje de impunidad frente a las ilicitudes recurrentes de algunos de sus miembros. Yo no me voy a convertir en el símbolo que les ayuda perpetuar la inexistencia del lindero.

No se dejen engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará. Galatas 6:7

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